Sunday, April 27, 2008

A Olga

El 23 de diciembre pasé, fugazmente, a abrir unas cajas para buscar las sabanas para dormir esa noche. Era nuestra primera noche en Bonpland, pero antes teníamos mi fiesta de 27 años.
Muchas cosas pasaron esa noche que valen la pena tener siempre presente, aunque no hacen a esta historia precisa. Ésta está dedicadamente solamente a Olga.

Los primeros días estuvimos ella y yo, acostumbrándonos a los ruidos nuevos, a sus vecinos y al barrio. La primer tormenta, en la cual creí que al despertar todo iba a ser desastre resultó un caluroso día azul. El primer asado, donde no teníamos ni cubiertos y tuvimos que hacerlo con una percha, no tiene comparación. La primera vez que intentamos cerrar toda la persiana del living, ni de a dos podíamos abrirla, y terminamos colgadas cual monos riendo sin parar. Hoy esa persiana nunca se volvió a cerrar completamente.

Olga fue el lugar de reunión por excelencia, donde varias noches fue el centro de noticias, acontecimientos y fiestas de año nuevo.

Su interior pasó por varios momentos, donde rodeada de cajas tuvo pocos muebles, o demasiados. Frío en invierno, calor en verano, gatos invasores...todo valió la pena.

Hoy, después de dos años de haber convivido junto a mi amiga del alma y su perro fiel, me despido. Lo hago con el corazón lleno de recuerdos gratos y mucha felicidad. No sólo por haber vivido bajo su techo, sino porque aquellas fantasías de vivir con mi amiga se hicieron realidad… y fueron mejor de lo que alguna vez pude imaginar.
Los voy a extrañar.

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