A Olga
Muchas cosas pasaron esa noche que valen la pena tener siempre presente, aunque no hacen a esta historia precisa. Ésta está dedicadamente solamente a Olga.
Los primeros días estuvimos ella y yo, acostumbrándonos a los ruidos nuevos, a sus vecinos y al barrio. La primer tormenta, en la cual creí que al despertar todo iba a ser desastre resultó un caluroso día azul. El primer asado, donde no teníamos ni cubiertos y tuvimos que hacerlo con una percha, no tiene comparación. La primera vez que intentamos cerrar toda la persiana del living, ni de a dos podíamos abrirla, y terminamos colgadas cual monos riendo sin parar. Hoy esa persiana nunca se volvió a cerrar completamente.
Olga fue el lugar de reunión por excelencia, donde varias noches fue el centro de noticias, acontecimientos y fiestas de año nuevo.
Su interior pasó por varios momentos, donde rodeada de cajas tuvo pocos muebles, o demasiados. Frío en invierno, calor en verano, gatos invasores...todo valió la pena.
Hoy, después de dos años de haber convivido junto a mi amiga del alma y su perro fiel, me despido. Lo hago con el corazón lleno de recuerdos gratos y mucha felicidad. No sólo por haber vivido bajo su techo, sino porque aquellas fantasías de vivir con mi amiga se hicieron realidad… y fueron mejor de lo que alguna vez pude imaginar.
Los voy a extrañar.